Algo de historia...
El 24 de marzo de 1976 un golpe de Estado terminaba con el gobierno de “Isabelita” en Argentina. Comenzaba así una dictadura represora y violenta que asesinaría a más de 30.000 personas. 2 años, 2 meses y 7 días después del golpe militar se inauguraba en Argentina “el Mundial de 25 millones de argentinos”, también conocido como “la fiesta de todos”. Era el XI Campeonato del Mundo de Fútbol, el primero que se disputaba en tierras argentinas. Para muchos, el Mundial fue maravilloso. Ambientazo en todos los partidos, fiesta en las calles de todas las ciudades y cierre espectacular con Argentina campeonando ante la poderosa Holanda. Ante muchos, la cara alegre y festiva de Argentina.
Pero mientras el pueblo celebraba en las gradas del Monumental los goles de Kempes y demás discípulos de Menotti, se seguía deteniendo ilegalmente a argentinos, se seguía torturando a seres humanos en centros diversos y se seguía asesinando a personas con ráfagas de metralletas o haciéndolas volar desde un avión al Océano Atlántico. Esta era la otra cara de Argentina, la oscura, la del terror y la de la represión. Ante pocos, la cara más real de Argentina.
Durante 24 días, Argentina fue el centro del Mundo. La dictadura militar había logrado su objetivo: que todas las miradas estuvieran puestas en el país pero con una venda en los ojos. Mientras, la prensa local censurada sólo hablaba de tácticas, de goles, de alegría y de orgullo. “Los argentinos somos derechos y humanos”, informaban. Todo lo demás, era ser “antiargentino”.
Lo que pocos saben es que el mismo día del golpe y en la primera reunión de la Junta de Comandantes que acababa de imponer un gobierno de facto, el tema del Mundial de Fútbol apareció ya como tema prioritario. Comenzaban más de 2 años de organización en los que no faltaron extorsiones, asesinatos selectivos y luchas internas dentro de la propia dictadura. Ejército y Marina, dos de las tres puntas de lanza que encabezaban la dictadura, se enfrentaron para controlar el Mundial. Ese primer partido lo ganó la Marina, con Lacoste y Massera como máximos baluartes.
En 1978, fútbol y dictadura se dieron la mano para protagonizar uno de los Campeonatos del Mundo de Fútbol más recordados de la historia. Para algunos siempre será el Mundial de Kempes, el de los papelitos blancos del Monumental y el de la fiesta de todos los argentinos. Para otros, aquél Mundial siempre será el del terror, la mentira y la represión; el Mundial en el que miles de argentinos celebraban hipnotizados mientras miles de personas eran asesinadas; el Mundial en el que unos cuantos militares habían logrado sedar al Mundo entero, que sólo sabía mirar al balón.
Argentina 78 fue, sin duda, el Mundial de la dictadura del balón. Unos resaltan a la dictadura. Otros, al balón. Lo cierto es que los dos iban juntos de la mano.
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