jueves, 29 de marzo de 2012

Producto e identidad, libertad y seguridad, soberania alienada.


A continuación compartimos tres artículos del periódico madrileño "Diagonal" el cual edita quincenalmente desde una perspectiva crítica de la realidad actual. Estos 3 breves artículos, complementados con una introducción realizada por uno de nuestros colaboradores y acoplada a nuestro contexto Latinoamericano, nos dilucidan un poco sobre el fútbol moderno, mostrándonos algunos rasgos de la transformación de este deporte, pasando de ser una actividad o práctica que entretiene, crea y fortalece el tejido social, la identidad cultural y los valores populares para convertirse en un sucio negocio, donde se mercantiliza, se cosifican y deshumanizan los jugadores, los aficionados y el mismo deporte.

Introducción por: Juan Camilo Agudelo

El modelo de fútbol que estan trantando de instalar en Colombia y América Latina se aleja cada vez más de sus orgines de barriada, de su esencia y sentido social que lo dinamizó e impulsó por años. Ahora se fija la mirada sobre el referente de fútbol europeo desde el cual se importan las reglas, medidas y esquemas que según las instituciones, el estado y la FIFA deben aplicarse tal cual han sido implementadas en el viejo continente. Este fenómeno de modernización y mercantilización del fútbol que esta inmerso en el mismo engranaje de la globalización, el neoliberalismo y la deshumanización de la sociedad moderna, conducen inevitablemente al deterioro social, cultural y deportivo del fútbol y de la sociedad misma. Parece entonces que en Colombia (y America latina) esté bello deporte esta destinado a elitizarse y privatizarse (por el incremento de los precios de las boletas y la venta de los derechos de transmision de partidos ahora en manos de Direc TV) como también a aplicarse leyes y medidas que amparan la represión en el fútbol (ley 1445 de 2011, lista negra de la Dimayor, carnetización, estigmatización, sanciones y restricciones al carnaval y flokore futbolero) que pretenden adaptar a los hinchas ahora concebidos como clientes en este moderno negocio. La forma como las autoridades y el estado estan instalando y ejecutando este modelo de fútbol, es la fiel representación de la manera en que se han implementado durante decadas los diferenetes modelos económicos y planes de seguridad, que apoyados en un discurso desarrollista ha desconocido (y desconoce aún) las particularidades económicas, culturales y sociales de muchos pueblos que se han visto sometidos al proyecto homogenizador y hegemónico orientado por los de arriba. El interés económico que prevalece hoy en el fútbol y en la vida social en general, aparta asuntos culturales, educativos y políticos que marginan ciertos sectores de la sociedad que no han tenido ni tienen hoy oportunidades. sobre estos grupos nunca nos hemos preguntado por el sentido de sus prácticas, en este caso la afición o fanatismo por fútbol. En mi opinión no hemos logrado comprender la manera en que el conjunto de factores (ignorancia, violencia en los barrios, pocas ofertas culturales, desempleo, drogas, exclusión, entre otros) que hacen parte de nuestra propia realidad influyen y determinan el comportamiento e imaginario de muchos jovenes que ven dentro del fútbol una forma de deshagorse por medio de la violencia y la rivalidad. La disyuntiva está entonces entre continuar con la implentación vertical de modelos ajenos empaquetados sin revisar o en el estudio y comprensión de las problematicas con y desde los grupos tradicionalmente marginados para hallar posibles soluciones acordes a las realidad local.


Artículos Periódico Diagonal.
http://www.diagonalperiodico.net/

Producto e Identidad*

Mi afición por el fútbol, tan insana como la de Nick Hornby en Fiebres en las gradas, la entiendo desde dos visiones: por un lado la social y, por el otro, la artística. Con la social me refiero al fútbol popular, el de cerveza en mano y charla con los amigos, reencuentro con los vecinos del barrio… cuando más que del fútbol de lo que estás disfrutando es de la situación, de ese espacio social que se nos niega. El fútbol como foro de sentimientos, pasiones, y, por qué no, de conspiraciones. Con la artística me refiero al disfrute del fútbol como enfrentamiento táctico, con sus detalles técnicos, jugadas trenzadas, recortes, balones al área, etc. El disfrute del fútbol como un arte, igual que puedes disfrutar con un libro, con una canción o con un cuadro.
Naturalmente hablo del fútbol humilde, de ése que nunca desaparecerá porque lo mueve la pasión y no el dinero. En el fútbol profesional de élite, el que refleja las estructuras capitalistas, no puede existir nada de eso. La visión social se esfuma porque desaparece la atmósfera futbolera, la cultura de grada, la música futbolera es sustituida por el waka-waka de turno, los fanzines por revistas publicitarias, y en el lugar de tu vecino el panadero hay un turista que sí puede permitirse pagar los 60 euros de la entrada. Y la visión artística tampoco, claro. ¿O acaso puede existir el arte tan mercantilizado? ¿Encorsetado en publicidad y más publicidad, en sistemas rígidos y en cifras sonrojantes?
Decía João Havelange, presidente de la FIFA, “yo he venido a vender un producto llamado fútbol”. Un producto despersonalizado, privado de su identidad y de sus códigos. Y eso es lo que tenemos que recuperar, alejar al fútbol de criterios monetarios para que vuelva a ser un entretenimiento socializador.

Libertad y Seguridad**

Sacrificar la libertad a cambio de una aparente seguridad es una de las máximas de estos tiempos. Las razones son muchas: la presión de los mass media, la falta de conciencia crítica, los mensajes sensacionalistas… En el fútbol, con la excusa de la seguridad, nos han prohibido desde ponernos de pie hasta introducir bengalas en los estadios. Y en Italia han dado un paso más con “La tessera del tifoso”. Esta iniciativa gubernamental es una tarjeta electrónica comercial, a medio camino entre el DNI y la tarjeta de crédito, obligatoria para los aficionados, que deben comprarla previo visto bueno de la policía. Tras la idea de reducir los altercados de los ultras con este “carnet del buen aficionado”, se esconde un paso más en la represión en el fútbol, y de paso en su mercantilización. Esta tarjeta, además de para controlar a los aficionados haciéndoles fichar al entrar al estadio (quedando sus datos registrados), otorga una serie de descuentos en compras.
Esta iniciativa es muy similar a otra que padecemos en España: las ordenanzas cívicas. Con la excusa de una mayor limpieza en las calles, de una mayor seguridad, estas ordenanzas nos prohiben hacer todo lo que siempre se hizo en los lugares públicos: correr, saltar, jugar a fútbol… vivir en definitiva. Las calles se convierten en exclusivamente un lugar para transitar del trabajo a las tiendas, ahí sí, donde podemos ser espectacularmente libres para elegir entre un producto y otro.
En el fondo todo esto va de lo mismo. Meter miedo, asustar, hablar demagógicamente sobre posibles peligros, para así ni siquiera ser ellos los que nos imponen medidas para coartar nuestra libertad. No, somos nosotros los que rogamos de rodillas a nuestros secuestradores: por favor, protegednos de la libertad.

Soberanía Alineada***

Y el capitalismo financiero llegó al fútbol. En realidad ya había llegado hace años, pero con el aterrizaje en España de los fondos de inversión ha alcanzado su máxima expresión. Estos fondos son empresas dedicadas a comprar derechos de futbolistas, pero no para traspasarlos en ese momento, si no para dejarlos en su propio equipo el tiempo necesario para que se revaloricen y, entonces sí, obtener una plusvalía con su venta. Mientras más joven sea el prometedor futbolista, menor será su valor, más margen de mejora tendrá, y también más margen de beneficio. La especulación de toda la vida, sí, pero el fútbol tiene peculiaridades. Una de ellas es la contradicción propia de las Sociedades Anónimas Deportivas: en un lado, unos aficionados convertidos en consumidores sin poder de decisión, que aspiran a ver algún día a esos jóvenes dándoles éxitos deportivos; en el otro, los dueños de la SAD, cuyos objetivos entienden de euros y no de goles.
La soberanía del fútbol nos la robaron hace tiempo, el problema ya existía, pero con estos fondos de inversión el secuestro del fútbol da un paso más. Tomemos como ejemplo a Doyen Group (un fondo de inversión que ya tiene relaciones de patrocinio con Atlético de Madrid, Getafe, y Sporting de Gijón) e imaginemos que es dueño de Falcao, Adrián, Reyes y Arda Turan. En esa situación, ¿Quién tiene el poder en el equipo? ¿No podría esta empresa obligar a fichar jugadores de su propiedad o a tomar otras decisiones contrarias al interés de sus seguidores a cambio de mantener en el equipo a sus jugadores?
Cambiemos Atlético por PSOE, Doyen por BBVA, y a los futbolistas por miles de millones de euros, y obtendremos las razones por las que esta democracia está tan secuestrada como el propio fútbol.

*Publicado en Diagonal, periódico quincenal de actualidad crítica, nº168.
** Publicado en Diagonal, periódico quincenal de actualidad crítica, nº166.
***Publicado en Diagonal, periódico quincenal de actualidad crítica, nº 163.

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