Hoy recordamos con artículo, la muerte a manos de la policía de Bogotá, de un hincha del Independiente Santa Fe, caso que como muchos en nuestro país permanece en la impunidad.
Henry Andrés Bohórquez, de 19 años de edad, estudiante universitario e hincha de Independiente Santa Fe, murió el pasado 20 de septiembre por la agresión policial que al parecer le causó un infarto, en momentos previos al clásico capitalino, que ganaron los rojos un gol a cero.
En cercanías al estadio Nemesio Camacho El Campín de Bogotá, hacia las cuatro de la tarde, hubo un intento de agresión entre hinchas de Millonarios y Santa Fe. La policía intervino y en medio de la confusión, agentes antidisturbios y auxiliares persiguieron a Henry Andrés, lo sometieron violentamente, golpeándolo a bolillazos, puños y patadas. Según relatan los testigos, entre ellos su hermana Paola y su amigo Guillermo Sanmiguel, un policía le dio múltiples golpes, uno de ellos en el pecho, que provocaría su muerte al dejarlo sin respiración y con complicaciones cardiacas. Hay múltiples testigos del hecho, pues en ese momento aumentaba la afluencia de público para el clásico. También hay fotografías y videos de los sucesos.
Luego de su agresión, los policías abandonaron en plena calle a su víctima, negándole atención médica de urgencia que pudiera salvarle la vida. Su cuerpo fue llevado tardíamente a la Clínica San Nicolás, donde le informaron a su hermana que Henry Andrés llegó con un cuadro hemático, un cuadro craneoencefálico y que no reaccionó a los primeros auxilios. No obstante, el director del centro médico se “lava las manos” en sus declaraciones a la prensa.
“Misterio” es la definición que da la gran prensa burguesa, desinformando sobre la muerte del joven hincha, y diluyendo la responsabilidad de la Policía Metropolitana de Bogotá, atribuyendo el lamentable suceso a “causas desconocidas” presentadas en “confusos hechos”. Los medios hacen una amplia y amarillista referencia a la protesta de los hinchas de la barra santafereña, que arrancaron algunas sillas de la tribuna lanzándolas a la policía, mientras dejan en un segundo plano la pérdida de una vida a manos de la autoridad policial.
Hay un gran escándalo por los daños sobre la silletería de la tribuna sur. Anuncian judicializaciones, represión, cierres, aumento del precio en la boletería y sanciones ejemplares. Toda una cruzada en la que se deja en un segundo plano la vida de un ser humano. Al fin de cuentas, las dichosas sillas son sólo plástico, la vida no se puede reponer. A las autoridades distritales parece importarles más los asientos (que en últimas se pagarán con las entradas de los espectadores) que la vida de un joven, cuya pérdida motivó la reacción contra ellos y arengas contra la policía.
Así mismo, no se tienen en cuenta los incumplimientos por parte de las entidades involucradas de acuerdos firmados en las instancias de interlocución. Tampoco se hace referencia a que el precio de la boletería para las tribunas laterales fue incrementado premeditadamente en un 50% para el clásico, y que hubo un sobrecosto para los hinchas santafereños que ingresaron a la tribuna oriental.
De otra parte, fue un absurdo instalar silletería con espaldar en las tribunas populares, pues es sabido que allí se ubican las barras que presencian los juegos de pie, saltando y cantando. Incluso hace algunos años, cuando se llevó a cabo la instalación de las primeras sillas en El Campín, hubo un acuerdo para no colocar silletería en estas tribunas. Ahora se hace alarde de exigencias técnicas de la FIFA para que Bogotá siga siendo sede de la Selección Colombia.
En estos momentos se espera el dictamen de Medicina Legal sobre la muerte de Henry Andrés. La Policía Metropolitana de Bogotá, comandada por el Coronel Rodolfo Bautista PalominoLópez, es la directa responsable de este hecho luctuoso, que no debe quedar en la impunidad. Mientras tanto, se vendrá más represión y más brutalidad policial. A la vez, la incompetencia y arbitrariedad de funcionarios de entidades involucradas y el amarillismo de la prensa echan por la borda todo lo alcanzado en los programas por la paz en los estadios. La hinchada pagará la silletería que nunca pidió. ¿Quién nos pagará el hincha que nos quitaron?
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